Existen
muchas fechas usadas como convencionalismos para separar distintos
periodos históricos: La caída del Imperio romano hace de bisagra
entre la Antigüedad y la Edad Media; La caída de Constantinopla o
el descubrimiento de América se usan para poner a un lado el Medievo
y la Edad Moderna; la Revolución francesa da paso a la Edad
Contemporánea. Otra fecha que se usa para hacer una simple
distinción entre periodos históricos es el año mil, el cual separa
la Alta Edad Media de la Baja Edad Media.
Una fecha plagada de
simbolismo para las gentes de la época, en la que no faltaron las
teorías apocalípticas en las que se auguraba pronto llegaría el
apocalipsis descrito por San Juan y la segunda venida de Cristo. La
tradición nos parece indicar que fueron años de terror, locura,
oscurantismo y superstición. Sin embargo, como siempre, la Historia
es mucho más compleja y más rica.
Todo
esto no es más que un intento de compartimentar la Historia para
poder separarla en bloques a la hora de abordar su estudio, el cual
quedaría del todo incompleto si no somos capaces de mirar hacia
atrás y hacia delante desde esas fechas; la Historia no es
impermeable ni estática, todo lo que ha ocurrido tiene su porqué, y
este se encuentra siempre en el pasado anterior, mostrando sus
consecuencias en el futuro cercano.
Bien
es cierto que los siglos X y XI fueron épocas de cierto caos en
Europa, con la desintegración del Imperio carolingio, la
inestabilidad política en el Islam, las incursiones vikingas y las
de sus descendientes asentados ya en Europa, años de cismas y
discusiones entre Roma y Constantinopla, entre el papado y los
gobernantes terrenales.
Ton
Holland nos propone no sólo un estudio del año mil y los terrores
mesiánicos sino un amplio repaso al germen de la Edad Media europea,
desde los últimos siglos del Imperio romano y las fases de su
desintegración, pasando por los primeros reinos que los pueblos
bárbaros crearon de sus ruinas, llegando a Carlomagno -restaurador
de la gloria imperial en Occidente- y sus cada vez más débiles
herederos, así como a los Otónidas, la dinastía sajona que recogió
el testigo para conservar el prestigio del Imperio germano-romano de
manos de los decadentes descendientes del emperador franco.
El autor, ante el Museo Británico |
Tampoco
se olvida el autor en sus páginas en los problemas del Islam en
Asia, África y Al-Ándalus, o las regiones periféricas europeas
como Hungría, los pueblos escandinavos, Rusia o Inglaterra. El
libro, en su conjunto, forma un gran mosaico donde, tesela a tesela,
veremos como se forman, como surgen, los diversos reinos medievales
europeos, sus conflictos militares y sucesorios y sus alianzas y
disputas con el otro gran poder de Europa, el único que aun
conservaba la decadente Roma: El religioso, ejercido a través de la
Iglesia, encabezada por la figura del Papa; esta institución
atravesará también una grave crisis y un proceso de reforma en
todos estos siglos, dándole el autor gran importancia en el
mantenimiento de su autoridad moral y su prestigio al monasterio de
Cluny, fundado en los primeros años del siglo X.
Ilustración del Apocalipsis de Bamberg |
El
libro es a su vez un manual de Historia de esos siglos, recorriendo
batallas, hechos y dinastías, pero también enfocado a la Historia
de las mentalidades -tanto del pueblo llano como de los gobernantes-
y a la pugna entre la autoridad de la Iglesia y la terrenal de reyes
y emperadores, nunca fácil. La humillación de Enrique IV en Canosa
pone punto y final a estos enfrentamientos en sus páginas, aunque
realmente fuera el momento cumbre de lo que estaría por venir: La
querella de las investiduras, donde los emperadores alemanes y el
papado se enfrentarían agriamente por el control de los
nombramientos religiosos, pugna que llegaría hasta el siglo XIII y
cuyos ecos pueden oírse en las voces posteriores de los cismas que
sufrió la Iglesia católica en el siglo XVI.
Y es
que, las páginas de Holland nos dejan con la impresión que Europa
sufría en esos años similares agitaciones populares, luchas por el
poder y problemas relativos a la corrupción eclesiástica a los que
podríamos estudiar relativos a la Reforma luterana, por ejemplo.
Siendo
el tercer libro del autor que leo (tras “Rubicón” y
“Fuego persa”)
puedo afirmar que es su obra más seria, sin tanto (o ningún)
presentismo o chascarrillo como las dos anteriores que, ojo, estaban
también muy bien, pero tenían un tono más ligero. Así, un libro
algo denso y complejo -sus cien cpáginas de notas, apuntes y
bibliografía dan fe de ello-, que quizás pueda marear un poco por
la enorme profusión de nombres y dinastías, las cuales muchas veces
se abandonan para posteriormente retomarse un capítulo o dos
después; muy completo en cuanto a su visión global y a la cantidad
de interconexiones históricas que encontramos en sus páginas,
mostrándonos que la Historia es mucho más que la simple fecha de
cuando pasó algo.
Título:
Milenio: El fin del mundo y el origen del cristianismo
Autor:
Tom Holland
Editorial: Planeta (2010)
Páginas: 548
Páginas: 548
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