En
1984, de forma totalmente sorpresiva, Sherlock Holmes reaparece en
Londres después de su supuesta muerte cuando se enfrentaba a su
némesis, James Moriarty, en las cataratas de Reichenbach tres años
atrás. Lo que ha vivido en esos años bajo el pseudónimo del
explorador nórdico Sigurd Sigerson le han marcado profundamente,
tanto que ahora parece ser capaz de ver la realidad con otros ojos y
sabe que hay asuntos que la razón no sabe o no puede explicar del
todo.
Tras
su regreso deberá hacer frente a lo que Scotland Yard cree es una
nueva ola de asesinatos cometidos por Jack el destripador,
investigación que no será más que el trampolín que lo lleve en un
descenso a la locura y los infiernos que pondrán a prueba todas las
aptitudes del sabueso londinense, físicas y mentales. Cuando una
extraña y letal plaga se desata en un pueblo del norte de Irlanda,
Holmes y su fiel amigo Watson se enfrentarán a un infierno en vida
como el que nunca antes creerían poder conocer. Y pronto sabrán que
esa humilde aldea podría ser solo el principio. Toda Inglaterra
podría estar en peligro de ser consumida por el caos y la muerte. En
sus pesquisar se cruzará con un misterioso doctor medio enloquecido
por sus trabajos con un suero capaz de alterar su personalidad y su
fuerza que parece haber sido usado como base para la epidemia por una
peligrosa secta que parece no tener otro objetivo que acabar con el
Imperio británico aunque se a a costa de la vida de todos los
habitantes de Londres y las Islas británicas.
Estamos
ante una obra que mezcla aventura y acción con toques de
investigación más típicos de Sherlock Holmes, pero no estamos ante
una historia de acertijos y secretos a los que el lector pueda o deba
anticiparse intentando llegar a conclusiones antes que Holmes. No. en
su lectura, seremos arrastrados por la acción vertiginosa que se
apodera de las páginas, por la urgencia de resolver el misterio y
por el uso expeditivo de la fuerza por parte de los protagonistas y
el gobierno británico. Luchas cuerpo a cuerpo, tiroteos y otras
amenazas pondrán en jaque continuamente a Sherlock y sus amigos a lo
largo de los dos tomos.
Así
,no estamos ante una obra 100% de Sherlock Holmes y en sus páginas
hay cabida para otros temas y personajes de esa Inglaterra literaria
del XIX y toques más modernos al estilo agente secreto al tener
acceso armas experimentales y otros artilugios.
Sin
querer destirpar -no sea que Holmes me investigue como sospechoso-
mucho más de la trama, continuaré comentando que el dibujo es
absorbente y detallista y recrea muy bien el Londres de la época;
además, las escenas de acción son terriblemente dinámicas y el
diseño de personajes es tambiñén un gran punto a favor de los
ilustradores junto con el uso del color por parte de Jean Bastide y
Alex Gonzalbo. Por lo tanto, un apartado gráfico sobresaliente el
que tenemos en todas las páginas nacido de las plumas de Stéphane
Bervas, Eduard Torrents, Alessandro Nespolino y Ronan Toulhoat.Y el
hecho de que un autor dibuje cada capítulo no se nota en absoluto,
consiguiendo todo una continuidad estilística asombrosa. Si sumamos
eso a a una historia adicitva -guionizada por Sylvain Cordurié-,
unos personajes carismáticos y un Sherlock Holmes algo distinto a lo
que estamos acostumbrados -algo, pero que aun conserva realmente su
esencia- pero en plena forma tenemos dos volúmenes de gran calidad y
muy recomendables tanto para los fans del sabueso de Baker Street
como para los que disfruten de los cómics de acción, aventuras y
misterio.
Y lo
mejor es que aunque estos dos tomos contengan una historia
autoconclusa también plantan el germen para continuar con nuevos
futuros casos.
Editorial:
Yermo Ediciones (2016)
Páginas:
112 c.u.
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