Corría
el año 2002 y yo era un joven descreído de la literatura
fantástica. En los últimos años no había leído nada que me
gustara, sino todo lo contrario: Absorbido por una espiral de novelas
de dragonadas entre mediocres y muy malas, terminé saturado del
género y me terminé pasando con todo el equipo a la novela
histórica.
Cuando visitaba una librería, pasaba altivamente de
largo por los estantes de Fantasía, con la arrogancia de la
juventud. Y así fue hasta ese año 2002, cuando un amigo, tras mucho
insistirme, consiguió que me leyese un libro titulado “El último
deseo”, de un desconocido escritor polaco de nombre impronunciable
e inescribible. Me enganché desde la primera palabra.
Su
protagonista, Geralt de Rivia, es un brujo, un mutante, un hombre que
ha sido sometido al ritual de las hierbas y entrenado para no ser
otra cosa que una máquina de matar... monstruos. Con sus dos espadas
(la de hierro y la de plata), sus hechizos, y sus poderes
sobrehumanos, viaja de aldea en aldea, de ciudad en ciudad, buscando
bestias a las que matar... por un precio. Despreciado por la
sociedad, pero necesitado por ella, vaga solo por los caminos. Y eso
poco le importa, ya que los brujos -es sabido por todos- no tienen
sentimientos, se les mueren en la prueba de las hierbas. Y además,
nunca, nunca, nunca, se inmiscuyen en los asuntos mundanos. Nunca.
Los obliga el archifamoso Código de los brujos. ¿O no?
Los
dos primeros números de la saga (el mencionado “El último deseo”
y “La espada del destino”) están compuestos por una serie de
relatos que sirven para mostrarnos el mundo en el que se sitúan las
aventuras y presentarnos al protagonista y a otros personajes
importantes en sus andanzas, como el bardo Jaskier -lo que me he
reído con sus ocurrencias- o las magas Yennefer o Triss Merigold,
entre otros. Los siguientes cinco -seis en la edición española, ya
que el último tomo se dividió en dos- ya conforman una saga más al
uso y es cuando entramos en una historia hilada que avanza libro tras
libro.
Y en
sus páginas encontraremos magia, elfos, enanos, gnomos, monstruos,
magos... humor negro, crítica social y política, ecologismo,
filosofía, todo ello salido de una pluma excepcional, con una
caracterización de personajes de las mejores que he leído, dándole
la vuelta a todos los clichés del género en un mundo de fantasía
totalmente realista. Como dijo un amigo mio: “Lo héroes también
cagan”. Y para más inri, el autor nos inserta en las historias de
Geralt de Rivia a los cuentos clásicos (y de Disney) de toda la vida
-La Bella y la Bestia, Blancanieves, Aladdin, etc.- en una visión
tan retorcida y con tanta mala leche que es imposible no sonreír
mientras descubrimos como ha adaptado cada historia a su particular
visión. Fantasía, sí, pero cruda, adulta, e... inteligente. Mucho.
Así,
estos siete (ocho con el desdoblamiento del último) libros conforman
una saga de fantasía que coloco sólo justo debajo de “El Señor
de los anillos”. Ah, que no son siete-ocho libros, que
recientemente se publicó “Estación de tormentas”, una nueva
novela que va insertada en un salto temporal que tiene lugar entre
dos novelas anteriores... pero que tiene un epílogo que continúa el
final de la saga. Y, por si tenéis ganas de más, existe un libro
de cuentos del autor llamado “Camino sin retorno”, donde se
publicó un final alternativo a la saga y la historia de los padres
de nuestro protagonista.
Mi polaco favorito |
Aun
hoy, muchos años después de su publicación, sigue siendo
re-editada y situándose entere los libros más vendidos, ayudado
quizás por la creciente popularidad de sus videojuegos -la saga “The
Witcher”-. Incluso un estudio de Hollywood ha comprado los derechos
para una adaptación cinematográfica de las andanzas de Geralt y cia
(cosa que ya se hizo en su Polonia natal con regulares resultados).
También podemos encontrar en las tiendas especializadas juegos de
mesa, de cartas y de rol de papel y lápiz sobre el universo escrito
por Andrzej Sapkowski. Sí, ese era el nombre impronunciable que
antes decía y que ahora puedo escribir sin buscarlo en Google, así,
del tirón.
Bueno,
dejo que escribir que tengo que ir a sobar un rato el ejemplar que
tengo firmado por el autor mientras murmuro eso de “Miii
tessssooooorooooo”. Y recuerden: Si nunca se han topado con un
hombre lobo, una estrige, un girador, un ghoul... debe ser que los
brujos han hecho bien su trabajo.
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