miércoles, 22 de junio de 2016

Reseña de la saga de Geralt de Rivia, de Andrzej Sapkowski

Corría el año 2002 y yo era un joven descreído de la literatura fantástica. En los últimos años no había leído nada que me gustara, sino todo lo contrario: Absorbido por una espiral de novelas de dragonadas entre mediocres y muy malas, terminé saturado del género y me terminé pasando con todo el equipo a la novela histórica. 

Cuando visitaba una librería, pasaba altivamente de largo por los estantes de Fantasía, con la arrogancia de la juventud. Y así fue hasta ese año 2002, cuando un amigo, tras mucho insistirme, consiguió que me leyese un libro titulado “El último deseo”, de un desconocido escritor polaco de nombre impronunciable e inescribible. Me enganché desde la primera palabra.

Su protagonista, Geralt de Rivia, es un brujo, un mutante, un hombre que ha sido sometido al ritual de las hierbas y entrenado para no ser otra cosa que una máquina de matar... monstruos. Con sus dos espadas (la de hierro y la de plata), sus hechizos, y sus poderes sobrehumanos, viaja de aldea en aldea, de ciudad en ciudad, buscando bestias a las que matar... por un precio. Despreciado por la sociedad, pero necesitado por ella, vaga solo por los caminos. Y eso poco le importa, ya que los brujos -es sabido por todos- no tienen sentimientos, se les mueren en la prueba de las hierbas. Y además, nunca, nunca, nunca, se inmiscuyen en los asuntos mundanos. Nunca. Los obliga el archifamoso Código de los brujos. ¿O no?

Los dos primeros números de la saga (el mencionado “El último deseo” y “La espada del destino”) están compuestos por una serie de relatos que sirven para mostrarnos el mundo en el que se sitúan las aventuras y presentarnos al protagonista y a otros personajes importantes en sus andanzas, como el bardo Jaskier -lo que me he reído con sus ocurrencias- o las magas Yennefer o Triss Merigold, entre otros. Los siguientes cinco -seis en la edición española, ya que el último tomo se dividió en dos- ya conforman una saga más al uso y es cuando entramos en una historia hilada que avanza libro tras libro.

Y en sus páginas encontraremos magia, elfos, enanos, gnomos, monstruos, magos... humor negro, crítica social y política, ecologismo, filosofía, todo ello salido de una pluma excepcional, con una caracterización de personajes de las mejores que he leído, dándole la vuelta a todos los clichés del género en un mundo de fantasía totalmente realista. Como dijo un amigo mio: “Lo héroes también cagan”. Y para más inri, el autor nos inserta en las historias de Geralt de Rivia a los cuentos clásicos (y de Disney) de toda la vida -La Bella y la Bestia, Blancanieves, Aladdin, etc.- en una visión tan retorcida y con tanta mala leche que es imposible no sonreír mientras descubrimos como ha adaptado cada historia a su particular visión. Fantasía, sí, pero cruda, adulta, e... inteligente. Mucho.

Así, estos siete (ocho con el desdoblamiento del último) libros conforman una saga de fantasía que coloco sólo justo debajo de “El Señor de los anillos”. Ah, que no son siete-ocho libros, que recientemente se publicó “Estación de tormentas”, una nueva novela que va insertada en un salto temporal que tiene lugar entre dos novelas anteriores... pero que tiene un epílogo que continúa el final de la saga. Y, por si tenéis ganas de más, existe un libro de cuentos del autor llamado “Camino sin retorno”, donde se publicó un final alternativo a la saga y la historia de los padres de nuestro protagonista.

Mi polaco favorito
Aun hoy, muchos años después de su publicación, sigue siendo re-editada y situándose entere los libros más vendidos, ayudado quizás por la creciente popularidad de sus videojuegos -la saga “The Witcher”-. Incluso un estudio de Hollywood ha comprado los derechos para una adaptación cinematográfica de las andanzas de Geralt y cia (cosa que ya se hizo en su Polonia natal con regulares resultados). También podemos encontrar en las tiendas especializadas juegos de mesa, de cartas y de rol de papel y lápiz sobre el universo escrito por Andrzej Sapkowski. Sí, ese era el nombre impronunciable que antes decía y que ahora puedo escribir sin buscarlo en Google, así, del tirón.

Bueno, dejo que escribir que tengo que ir a sobar un rato el ejemplar que tengo firmado por el autor mientras murmuro eso de “Miii tessssooooorooooo”. Y recuerden: Si nunca se han topado con un hombre lobo, una estrige, un girador, un ghoul... debe ser que los brujos han hecho bien su trabajo.  

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